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Mª LLUISA BORRÁS – «LAS MAQUINAS IMPOSIBLES DE PEP FAJARDO» 1991

Pep Fajardo, ceramista experto y dotado, salido de Escola Massana y de los cursos de profesores tan prestigiosos como Rosa Amorós, María Bofill o Elisenda Sala, sorprendía a finales de año pasado con una sugestiva exposición de escultura, un conjunto de piezas hábiles y llenas de imaginación.

Quizás por haber tratado desde el principio un material tan sencillo y cotidiano como la tierra, iniciaba la nueva etapa escultórica partiendo de materiales de la vida común: telas y maderas, hierros y papel. Era una escultura de formas muy libres de aspecto frágil y flexible que evocaba aperos de labor y objetos enigmáticos, simples herramientas o juguetes de gran complejidad. Todo ello expresado con un vocabulario fresco e ingenioso. Todo de carácter eminentemente lúdico.

Un vocabulario hecho de pequeñas piezas, quizá halladas en el vertedero: piezas de cemento, de madera, de tela y de hierro frecuentemente como elemento estructural.

Vocabulario que ahora emplea para desarrollar una serie de escenografías, las “escenografías”, cercanas a los contrarrelieves que Tatlin improvisaba, valiéndose de cartones, metal, y madera, recubiertos frecuentemente de brea. Tatlin, que Fajardo admira y que rara coincidencia a su regreso a Moscú en 1.927 para dedicarse a la enseñanza en uno de los talleres estatales, fue profesor precisamente del taller de cerámica.

Si Tatlin se valía de la brea para unificar de algún modo objetos dispares, Fajardo suele recurrir para recubrirlos al látex, con lo que puede incluso dar cuerpo a la flaccidez de la tela para conseguir de ella sus características formas “cónicas” que tanto pueden representar un cuerno de caza como el gorro cónico del mago.

Sus esculturas son ambivalentes, apenas sin excepción, todas ellas admiten más de una interpretación y dejan en el aire una pregunta, un punto de interrogación. Así, uno se pregunta si se trata de ruedas que pueden desplazarse o bien sólo de elementos circulares, mero recurso formal, sin valor significativo alguno.

En todas y cada una de estas esculturas es fácil descubrir un elemento enigmático, que prende al espectador y le lleva a descifrar a qué suceso, a que acción se refiere.

Las “Escenografías” que Pep Fajardo presenta ahora por primera vez, son piezas de pared pero poco tienen que ver con un bajorrelieve. Son construcciones de carácter narrativo, a pesar de su planteamiento exclusivamente formal y de la ausencia de personajes, a no ser que se consideren como tales ciertos objetos de su total invención, auténticos “objets trouvés” : un rodillo, una escalera aparentemente móvil. Son escenografías vacías como las que pintaba Tàpies en una de sus primeras épocas, escenografías que tientan a imaginar algo que sucediera precisamente allí; resultando finalmente y sin propósito deliberado del autor, una escultura narrativa por cuanto incita al espectador a que invente, más que su propio drama, la trama de una comedia o quizás simplemente de una escena festiva.

Una obra joven y alegre, dinámica y muy actual, heredera de los constructivismos de los que sin embargo le distingue un particular gusto por el trabajo bien hecho y buenos acabados.

Mª Lluisa Borrás

Texto «LAS MAQUINAS IMPOSIBLES DE PEP FAJARDO»
del catálogo de la exposición “ESCULTURAS”.
1991. Galería Greca. Barcelona.

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